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Punto y aparte

El balance de la participación de Unión en la Copa de la Liga Profesional de Fútbol en la opinión de César Carignano

14 de mayo de 2021


Los objetivos, así como los procesos, se pueden medir con diferentes varas y medidas.

Un proceso deportivo puede reducirse a estadísticas. Contundentes pero frías. Irrefutables pero quietas. O puede ser analizado desde el juego y sus variantes. Con tantas opiniones como miradas. Los objetivos, por su parte, además de tener esa ambigüedad entre lo pragmático de los números y lo subjetivo del camino, pueden tener plazos y prioridades.

Dicho esto, ambos tienen etapas adecuadas para ser analizados. Los recesos, en el fútbol, son esas etapas adecuadas.

Unión ha comenzado el suyo luego de no lograr la clasificación a la etapa definitoria de la Copa de la Liga Profesional. Ese objetivo, cuantitativo, no se ha logrado. Porque el deseo era clasificar, aunque no fuese una obligación si tomamos en cuenta la partida de algunos futbolistas importantes finalizada la Copa Maradona que disminuyeron en potencial en ese momento.

Ahora bien, si pensamos en objetivos a mediano plazo, por ejemplo, la clasificación a torneos internacionales -cosa que se juzgará a fin de año- la cosecha no ha sido para nada negativa: el equipo está a un punto del último pasajero al fútbol continental.

Asimismo, si observamos el largo plazo, la estabilidad en la categoría luego de estas trece fechas puntuables de 2021 se ha robustecido. Unión goza de un buen promedio y eso se consigue con continuidad. No sin pasos falsos, pero con continuidad de resultados.

Cuantitativamente, tener chances de clasificación hasta el último minuto, mantenerse en carrera pensando en los torneos internacionales y tener un colchón de puntos sostenido y sustentable, no es poco.

Pero el fútbol no es una ciencia exacta.
Y aquí aparece el análisis cualitativo, o dicho de otro modo, la valoración del camino. El Rojiblanco modificó su rumbo junto con la llegada de Azconzábal: apostar a futbolistas propios con el apoyo de algunos jugadores de experiencia.

Como idea es interesante. Como desafío es enorme si no se obra en consecuencia. Y ese detalle es el que ha transformado, al menos desde la perspectiva de quién suscribe, a este proceso es un ciclo exitoso y muy valioso -si se decide continuarlo-.

El Vasco no solo ha utilizado elementos genuinos del club sino que además los ha potenciado. Cada uno, con los altos y bajos lógicos de los inicios, es más completo que hace algunos meses. Cada uno es hoy un jugador adaptado al profesionalismo.

La vara debe medir a este grupo con ellos mismos al momento del inicio de este ciclo. Esa comparación es la productiva y la más justa. Vera, Gerometta, Calderón, Portillo, González, Zenón, Machuca, Esquivel, Nardoni, Andereggen, Comas, Bucca, Godoy, el propio Blasi y hasta Cañete, Luna Diale y Bonansea. Todos son jóvenes mejor preparados hoy que hace algunos meses. Ese es el mérito del entrenador y su grupo de trabajo.

Seriedad, docencia e igualdad de posibilidades. Esos son los pilares para que todos sepan qué deben hacer en el campo. Salga o no salga. Y para que luchen por su lugar.

Los jóvenes, para quedarse, deben aparecer sin fisuras. De lo contrario pueden quedar en el camino, pero luego tienen una etapa de altibajos en su mayoría. Eso es lo normal. Hasta que definen su media y comienzan a consolidarse. Varios vivieron ese período en simultáneo y capearon la tormenta con madurez.

Unión, de la mano de este proceso, a afirmado muchos nombres que son presente y capital.

Hubo partidos buenos y partidos malos. Hubo buenos rendimientos y otros que no lo fueron tanto. Hubo merecimientos que no se plasmaron en el resultado y hubo fortuna, en algunos casos, para dar una mano. Eso ocurrió en lo inmediato. Pero si se frena la pelota, si se mira hacia atrás y luego hacia adelante, se notará que el crecimiento es indiscutible.

El salto de calidad del que se habla tan seguido, quizá llegue cuando Unión venda alguno de estos pibes que se han convertido en jóvenes futbolistas y tenga en sus canteras su reemplazo. En ese momento la capitalización servirá para traer jerarquía que ayude a construir la propia, la de los de acá, esos que siempre estuvieron aunque los hayan invisibilizado otra idea de trabajo. Ni mejor ni peor, probablemente. Diferente, sin ninguna duda.

En fin, el punto del clásico no alcanzó en términos numéricos para conseguir el objetivo inmediato pero sí sirvió para mostrar carácter en plena juventud.

No pudo ser un punto y seguido. Tampoco debe ser un punto final. Lo más sensato, sería considerarlo un punto y aparte para seguir escribiendo páginas de un proyecto que más allá de lo visible tiene enormes virtudes y mucho por recorrer con el fútbol autóctono como pieza clave.