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La cuarentena como protección ante la angustia

07 de mayo de 2020


El mundo como lo vivíamos cambió, ahora sí. Falta tiempo para saber los efectos que generará en nuestra corporalidad viviente el cerco protector que las grandes líneas simbólicas han tendido sobre nuestro cielo anímico. Nos han sembrado la idea del cuidado propio, el de nuestros seres queridos, de los demás y de nuestro sistema público.

Tiene la forma de la fobia: delimitación de fronteras y limites, horarios, autorizaciones; de lo auténtico sobre lo accesorio, en un reverso anudado de saber científico al que hay que obedecer porque es el nuevo paradigma. No es obediencia ciega, es un nuevo esquema, un plano que aloja una nueva existencialidad a construir en el movimiento, con algo de lo viejo y algo por venir.

Lo principal es prepararse, ajustar la anticipación lógica e imaginativa a una nueva forma del método de la cuarentena, del lazo social, del contacto, del saludo, de la confianza, de la aproximación, del estudio, del trabajo, de las fiestas, del intercambio, de la mirada, de la palabra. Como en toda nueva formación social, algo queda y algo cambia. Ya no sería una falta de respeto no dar la mano o un beso o un abrazo, aceptar un mate o una cerveza. Sería al parecer una nueva forma de la enseñanza que retoma viejos hábitos, como el recordado ejemplo de “tomar distancia” del compañero o compañera.

También es un realce de la función de los trabajadores en sus instituciones públicas y privadas que deberán cooperar en la reconstrucción de una comunidad puertas adentro, fronteras adentro, en el que se piense mucho más en un mercado interno, en economías regionales, en sustitución de importaciones.

Aunque no se pueda cerrar totalmente el país, este experimentará en su devenir una nueva forma del cuidado patrio. Porque hay algo que no se puede negar: vivimos en una comunidad con intereses diversos que no siempre coinciden pero que en lo sucesivo tendrán que pensarse como un hacer ético y moral de resolver las diferencias, como un modo estratégico de ubicarnos en un mundo nuevo de protección de lo nuestro, dándole valor agregado a las cosas que podemos hacer y a las personas que habitan este suelo. Porque más allá de las teorías que abonen la comprensión de los sucesos hay algo que resulta claro, la cuarentena además de ser un aislamiento científico es también una forma de protegernos de la angustia del colapso social, y por ello deberemos incorporar lo nuevo que esta pandemia nos obliga a pensar y a conservar lo pasado que nos sirva para vivir comunitariamente, porque paradójicamente en estos tiempos de virtualidad y realidad aumentada… nadie se salva solo.

Santiago Vazquez - Psicólogo - Mat. 6247