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13 de junio de 2019


"El regreso de la Selección Argentina de fútbol femenino a la Copa del Mundo no solo permite reposicionar y repensar el lugar que ocupan las mujeres en la geografía futbolera nacional sino que además nos abre la puerta de un mundo cautivante y lleno de historias que merecen ser contadas.

En San Dimas, California, Estados Unidos, hace veintinueve años -casi treinta- nació Alexandra Morgan, una de esas historias, mucho antes de convertirse en un emblema de la selección estadounidense, mucho antes de marcar cinco goles en un mismo partido mundialista y mucho antes de otras tantas cosas que la humanizan, por convicciones y condiciones.

Convicciones y condiciones humanas y deportivas.

El estudio y el deporte van de la mano en su país de origen. Se precisa de rendir con los libros para sostenerse en los campos de entrenamientos, rindiendo. Por ello es esperable, que Alexandra tenga un diploma. Lo que transforma el hecho en especial, es que obtuvo su licenciatura en Economía Política en la Universidad de Berkeley antes de tiempo y sin alejarse del balón.

Conforme el tiempo fue transcurriendo, implacable, su estela futbolística se fue proyectando en un firmamento infinito dejando una estela de brillo permanente, cargada de logros trascendentes como lo son un título mundial sub 20, un oro olímpico, un campeonato mundial de mayores y un par de consagraciones a nivel clubes en el formidable Olimpique de Lyon donde alzó, por ejemplo, la Champions en 2017.

Pero ese caudal intenso de atributos deportivos nunca la alejó de la realidad, de lo cotidiano, de aquello que hace descender a las figuras del deporte del pedestal traicionero de la popularidad para emparejarlas con la inmensa mayoría del llano.

En 2016, encabezó una demanda por inequidad en los salarios del fútbol de su país por una cuestión de género, lo mismo que ha hecho en marzo pasado. Ese año en el que, además, se transformó en la primera mujer futbolista en ser tapa de un videojuego, justamente es de los dueños de la pelota: el FIFA.

El año pasado, ha protagonizado una película en la cual ayuda mágicamente a una niña a cumplir sus sueños futboleros, esos mismos que persiguió ella desde pequeña. Por otra parte, suele jugar con una cinta rosa sosteniendo su cabello. Un detalle que no habla de la asociación entre el rosa y lo femenino sino que fue acompañamiento y es homenaje a la madre de su marido quien enfrentó y superó un cáncer de mama.

Y además, por si fuera poco, escribe y usa la 13. La usa desde hace mucho para hacerle entender al mundo que un número no define un destino, sino que depende de cada uno construirlo, enfrentarlo y torcerlo. Pero ese 13 coincide con este 13. El de su camiseta con el de este día, el Día del Escritor.

Hace unos años, inspirada en sus propias vivencias y en todo lo que solemos ver los que escribimos, eso que suele estar sujeto en el aire o en la memoria, escribió una serie de libros infantiles sobre fútbol. Sobre la vida y el fútbol, que tienen más en común que en disidencia. Estimulando, alentando, convenciendo a miles de niñas de volar detrás de sus deseos. Alexandra hoy es Alex, pero en ese camino que ha dejado atrás cinco letras ha encontrado variadas y múltiples vías de crecimiento para llegar a ser diferentes cosas. Primero, una mujer inquieta y activa que se preocupa por su entorno y que juega al fútbol. Segundo, una futbolista de elite. Y tercero, una referente para comprender que siempre será mejor ser lo primero antes que lo segundo.

Sin dudas, una mujer para observar y leer".

                                                                                                          Por Cesar Carignano