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Los Amores: incendian temerariamente los pastizales

29 de abril de 2020


Por Ricardo Serruya

 

Los Amores es una típica localidad santafesina que se encuentra ubicada en el extremo norte del departamento Vera, en el límite con la Provincia de Chaco. Forma parte de la provincia pobre, olvidada.

Nació a fines del 1800, como tantas otras localidades a la vera de las vías del ferrocarril que unía la ciudad de Santa Fe con la de Resistencia, en un país donde, se decía, el tren traería el progreso.

Como tantos de estos lugares se despertaron con el sueño de ser prósperos con el trabajo en el campo y a principios del siglo XX también –como otras- dependió del emprendimiento inglés “La Forestal” que, finalmente, la dejó –como tan bien lo denuncia Gastón Gori en su imprescindible obra- pobre, sin trabajo y sin la riqueza de sus árboles.

La multinacional inglesa mutiló un rico bosque de quebracho y se fue dejando, además, un desierto empobrecido. Antes de irse entregó aquellas tierras, que habían sido vilmente pagadas a la provincia con un espurio empréstito otorgado por el entonces Banco de Santa Fe, a los capataces para que éstos, luego, se las cedieran a los obreros.

Cuenta la historia del lugar que estas tierras finalmente fueron recibidas por Román Rojas quien, en 1987 se las vendió a Carlos Sosa que a su vez las usó de garantía para una serie de emprendimientos comerciales que quebraron.

Sujetas a remate en septiembre del año 2006 el gobierno de la provincia de Santa Fe entregó escrituras a 44 familias. Hoy en Los Amores viven alrededor de 1500 personas.

Mucho más dulce resulta ser el origen a su nombre y que, como tantas, se le atribuye a una leyenda de pueblos originarios y que reza que en ese lugar se llevó a cabo un duelo entre dos caciques que se disputaban un mismo amor.

En diferentes momentos, Los Amores fue noticia por las inundaciones. La última de ellas, ocurrida en enero del año 2019, inundó al 90% de la población.

Se encuentra ubicada sobre el humedal de los bajos submeridionales, uno de los tres grandes humedales que tiene la provincia de Santa Fe y que, como bien lo explica el profesor de geografía Edgardo Insaurralde, “empieza en Chaco, recorre toda la Provincia y termina en la ciudad capital… resulta de vital importancia ya que regula el ecosistema, entre ellos el clima, la migración de las aves, de otros animales y las pasturas de las vacas”.

Estos humedales hoy vuelven a estar en peligro. No es la primera vez y, de hecho, algunos ya no existen. Sufrieron la construcción de un canal con el objetivo de cambiar su geografía y transformar ese suelo en llanura para la siembra transgénica, en invierno de trigo y en verano de soja.

Elisabeth Maidana es, desde diciembre del año 1994, la directora de la Escuela Secundaria Orientada N° 560. Es ella quien relata la modificación de estos humedales y afirma que por esta acción "se disminuyó su riqueza, antes de la construcción del canal se veían muchas más especies como la nutria y había mucha más riqueza que se va recomponiendo muy despacio”.

Hoy los habitantes de Los Amores vuelven a vivir en peligro: no se trata de inundaciones o de una construcción que modifique su hábitat, sino de los incendios ocasionados intencionalmente con dos objetivos, el ampliar la frontera agropecuaria para seguir cultivando o el de hacer crecer pastura para la alimentación del ganado vacuno.

El sábado 25 de abril uno de estos focos ígneos puso en peligro a los pobladores de esta zona, la misma Maidana explica que "es una práctica habitual basada en la creencia que después la pastura crece mejor, este lo iniciaron en el sur de Chaco". "Ese día –relata la docente- empezaron a quemar ya que creían que luego llovería y no fue así, por la dirección del viento el fuego fue girando y llegó muy cerca de la escuela primaria y secundaria, incluso llegó hasta la casa de los pobladores donde había mucho pastizal seco y avanzaba,incluso el humo entro a las casas. La gente salió a hacer frente al fuego con ramas mientras llegaban los bomberos pero, estamos lejos de todo, tardaron en llegar y se vivió una situación de zozobra comunitaria”.

Elizabeth Maidana hoy cuenta lo acontecido con alivio pero, lugareña y preocupada por su lugar en el mundo, sabe que la práctica es negativa ya que “ lo hacen habitualmente y afectan nuestros suelos”.  Tiene razón.

En los últimos meses diferentes incendios fueron originados en nuestra zona. Desde centros densamente poblados, como la ciudad de Santa Fe, podían y pueden verse distintas columnas de humos que denunciaban incendios generados intencionalmente: ¿La razón?, la misma, generar pastura blanda para el ganado vacuno o convertir ecosistemas vivos, similares a montes, con malezas y arboles, en extensas parcelas que serán luego cultivadas y fumigadas.

Maximiliano Attademo es doctor en Ciencias Biológicas, investigador adjunto del CONICET, desarrolla su actividad en la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral, donde también es docente de la cátedra de Ecología General y se ha especializado en Bioecología y Ecotoxicología de anfibios anuros en el Laboratorio de Ecotoxicología de la misma casa de estudios. Consultado sobre el tema, no dudó en afirmar que la quema excesiva de pastizales no es buena “porque se quema todo ese mantillo fértil que tiene el suelo y que le da nutrición. Además, elimina la fauna microbiana que tiene el suelo y que resulta fundamental para la formación de muchas enzimas encargadas de la transformación de energía y ciclado de nutrientes como la deshidrogenasa y/o ureasas, entre otras”.

La pregunta resultó necesaria: ¿Esta práctica, entonces, perjudica al suelo?. Attademo sostuvo que“ si y mucho. Hay mucha vida en el suelo y todo esto se pierde con el fuego. Al suelo le lleva mucho tiempo recuperarse, sobre todo algunos , como el de Los Amores porque estos suelos no están adaptados al fuego, distinto es una sabana africana, por ejemplo, que necesita, cada cierto periodo de tiempo, un evento de fuego para la sucesión de las especies y evitar que la misma sabana desaparezca por invasión de especies arbóreas. Muchos incendian porque el ganado no come pajonales y el fuego destruye esa paja y luego nace un pasto más tierno el problema es que el suelo se va deteriorando hasta un momento que no va a servir más. Además, de los efectos sobre la flora y fauna nativa del lugar que muchas de ellas no puede escapar del efecto del fuego y termina muriendo” y para ejemplificar recuerda el caso de Australia: “un ecosistema adaptado al fuego, fue de inmensas proporciones teniendo un efecto muy perjudicial sobre la fauna nativa”.

Por ignorancia, o como un rostro más de la perversidad del modelo extractivista y agroexportador la quema de pastizales genera modificación de humedales, desertificación y destrucción del suelo entre otros daños, a los que habría que agregar la contribución al deterioro de la capa de ozono y el cambio climático por la emanación de gases.

Mientras esto sucede, quijotes y optimistas, como la maestra Elizabet Maidana, buscan el lado positivo y educador del conflicto: “estamos aprovechando la vigencia de la pandemia para crear conciencia , por un lado trabajamos virtualmente con los cursos, generamos actividades en nuestras aulas virtuales para que los chicos vean que no es bueno que se quemen los suelos y, por otro lado, junto a otros compañeros y compañeras estamos viendo si en base las leyes existentes podemos sacar alguna ordenanza que prohíba este tipo de práctica y que se sancione a quien lo origine”.

No pudo escapar a su cosmovisión de docente y cerró –sin quererlo- la entrevista: “es fundamental que la gente sepa que no se debe hacer”.