El rastro de gases de efecto invernadero (GEI) que las actividades productivas, económicas y cotidianas del ser humano generan puede ser cuantificado a través de un indicador ambiental: la huella de carbono. Este indicador ambiental mide las emisiones directas e indirectas a la atmósfera de gases como el metano (CH4), el óxido de nitrógeno (N2O) y el dióxido de carbono (CO2) -el más abundante-.