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Elsa Serrano y Falabella: dos muestras del fracaso económico argentino

29 de octubre de 2020


Por Santiago Chemes

Más allá de los detalles dolorosos y de las características particulares de cada uno de los sucesos, las trayectorias de sus protagonistas se convierten en metáforas de una Argentina económicamente fracasada.

La inmigrante emprendedora

En el primer caso, la trágica muerte de la diseñadora y modista Elsa Serrano permitió recordar la historia de una emprendedora, inmigrante italiana, llegada al país en 1958. Serrano comenzó su carrera en el mercado de la indumentaria con una pequeña boutique. Asociada a un mayorista de telas, que en ese entonces era su marido, en 1975 empezó a diseñar y fabricar una línea de pret a porter que en los años 80 comercializaba en su local y en otros de todo el país con su propia marca.

Las posibilidades de masividad que presentaba el tipo de prendas que comercializaba chocaron contra los vaivenes de la inflación y del consumo de los albores de la democracia. Esto hizo que en los 90 se tuviera que reinventar como diseñadora de alta costura, un nicho de consumidores de alto poder adquisitivo. Su fama como modista de figuras de la política, el espectáculo y el deporte, nacionales e internacionales, la convirtieron en una marca importante en el mercado del lujo. Esto llevó a Serrano a montar una importante organización a sus espaldas.

El fin de la convertibilidad y las dificultades financieras, la llevaron a la quiebra y al posterior remate de sus instalaciones.
Años después, la modista decía en una nota: “Decidí no fabricar más. Lo que ven acá es lo último que tengo para vender y recibo a las clientas con turno cuando me llaman para algo puntual. Pero di de baja la empresa, me hice monotributista, porque si algo tuve en mi vida es que hice todo legal siempre”.

La retirada de la multinacional chilena

El otro hecho, fue protagonizado por la multinacional de origen chileno Falabella que anunció sus planes de desinversión y repliegue del mercado argentino. La noticia incluyó el cierre de cuatro locales, dos de su tienda departamental Falabella y dos de Sodimac dedicados a los materiales de construcción.

La caída en el consumo durante la pandemia, la crisis económica y el mal clima de negocios que atraviesa el país, desde hace más de dos años hace que la operación no sea lo suficientemente rentable. En el segundo trimestre de 2020, la división de Argentina mostró una caída de 58,9% en ingresos entre abril y junio, atribuible a un escenario de consumo débil, a la imposibilidad de operar normalmente las tiendas y a los altos niveles de inflación, que superarán este año el 40%.

La crisis sanitaria, ha sido uno de los episodios más complejos que ha debido enfrentar el grupo de retail, en 131 años de historia. La empresa logró multiplicar sus ventas a través de internet, pero no compensar las que se perdieron por el cierre de locales, siendo Argentina uno de los mercados más damnificados.

A ello se suma la dificultad para acceder a productos del exterior que son la mayor parte de la oferta en sus tiendas, debido a las restricciones para importar. Asimismo, el éxito de este formato comercial está en el desarrollo de sus marcas propias, especialmente en vestimenta, con un manejo de colecciones acorde a las estaciones. Al tener una economía cerrada, la imposibilidad de tener en el mercado local una oferta suficiente en vestimenta, hace más compleja su situación.

Por último, el modelo de las tiendas departamentales, que desapareció en Argentina a mediados de los 70 (Harrod´s, Gath & Chaves entre otras), nunca volvió a consolidarse en una economía caracterizada por las crisis cambiarias e inflacionarias recurrentes y por una creciente informalidad en el sector minorista.

Por estos mismos motivos, el nuestro es un país que presenta bajos niveles de bancarización lo cual hace que la penetración de la tarjeta de crédito de Falabella no sea suficiente lo que afecta las ventas de las categorías más importantes. Con su tarjeta, Falabella, y en general las grandes cadenas, logran precios muy competitivos y la utilidad de los productos que venden se incrementa a través del financiamiento.

En su informe de gestión de 2019 la compañía confirma que la participación de su tarjeta en colocación de créditos es del 10% en Chile, 4,83 en Colombia y 4,15% en Perú. En Argentina la colocación de tarjetas de crédito y préstamos personales asciende tan solo al 0,5%.

La informalidad en el sector de la indumentaria argentina

La informalidad en el mercado de la indumentaria argentina puede entenderse como una respuesta idiosincrática, es decir particular y propia del país, a los procesos de liberación del comercio internacional y de descentralización productiva del sector textil, asociados ambos a la globalización.

Este enfoque, de tipo estructuralista, supone que la economía informal está íntimamente vinculada, aunque en forma subordinada, a la economía formal. Esta vinculación, subordinada pero necesaria, implica que el mero crecimiento de la economía no reducirá el tamaño del sector informal.

Los talleres clandestinos, el trabajo en negro, la inmigración de trabajadores y las ferias reflejan el mecanismo de adaptación de una sociedad fragmentada a la necesidad de obtener sistemas de producción y comercialización más flexibles y eficientes. Esta respuesta se da en el marco de un estado permisivo y, en algunos casos, partícipe del nuevo entramado.

Sostenemos que es una situación idiosincrática ya que, si bien el proceso de reestructuración del mercado de la indumentaria es un fenómeno global, las características de informalidad en los eslabones de producción y comercialización al interior de la economía argentina sólo pueden explicarse dentro de su particular contexto social y macroeconómico de los últimos 50 años.

Entre otros aspectos la inestabilidad del tipo de cambio real y del poder adquisitivo del salario, sumados a los procesos de auge y recesión que se suceden en el país desde 1975 -por fijar un hito relevante- impidieron la existencia o continuidad de políticas de reconversión destinadas a cuidar el empleo en el sector de la indumentaria y a facilitar la inversión de tecnología en el sector de hilado y tejido.

El papel que en otras economías tomaron los gobiernos y las cadenas comerciales para acompañar la transición de mercados nacionales a mercados globales, con deslocalización de la producción y desintegración de procesos, lo que produjo una fuerte baja en los costos, fue asumido en la Argentina por la progresiva informalización de las unidades de producción y distribución de la industria de la indumentaria.

Los problemas en términos sociales y económicos que esta situación ha generado son evidentes y se reflejan, no sólo en la baja productividad del sector, sino también en la evasión fiscal que lo caracteriza y en los delitos inherentes a su accionar, falsificación de marcas y trata de personas entre los más notorios.

Las trayectorias de Elsa Serrano, como pequeña empresa de indumentaria, y de Falabella, líder de la gran distribución en Latinoamérica, así lo demuestran. Lamentablemente.

Escrito en colaboración con José María Chemes