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Crimen por odio religioso: un antes y un después en la vida tranquila de Amenábar

26 de octubre de 2020


El brutal crimen del que fue víctima Marcos Correa, cuyo cuerpo fue encontrado enterrado y mutilado junto a un santuario de san La Muerte, conmueve aún hoy a la pequeña localidad de Amenábar. Un pueblo sencillo, de ritmo cansino, que jamás hubiese imaginado que se convertiría en el centro de la atención, y menos por un asesinato cometido por odio religioso.

“Quisiéramos que nuestro pueblo no fuera conocido por este hecho tan aberrante, aunque aceptamos que es lo que nos tocó vivir. Pero Amenábar es otra cosa, una comunidad tranquila, con gente pacífica, de trabajo. La localidad creció mucho los últimos diez años, y con el crecimiento vinieron cosas buenas y cosas malas. Es el precio que nos ha tocado pagar”. Con estas palabras, Gustavo Zaldo, presidente comunal de Amenábar, describe el estado de ánimo de una comunidad que se vio sacudida y se ha sentido incluso estigmatizada.

Zaldo tiene 45 años, nació y vivió en el pueblo, salvo ausencias que lo alejaron de su gente por estudio. Tiene dos hijos: Martina, de 19 años, y Santiago, de 11. Y está casado con Lorena, también de 45, quien se desempeña como asistente social de la comuna incluso desde antes que su esposo fuera electo presidente, hace tres años. Zaldo cursa en estos momentos su segundo mandato, de la mano del Frente Progresista Cívico y Social. Su vida cotidiana lo ubica como un vecino más del pueblo, más allá de las responsabilidades administrativas que le tocan.

el mandatario habló de Amenábar, de su gente y del momento que le toca vivir, luego del brutal crimen del que fue víctima uno de sus vecinos, “Tito”, como le llamaban a Correa.

“Imagínese, son situaciones complejas para una comunidad como la nuestra; esto en los pueblos chicos es único, genera un impacto social enorme”, reflexiona.

Amenábar es una localidad del departamento General López (el pie propiamente dicho de la bota santafesina), se levanta sobre la ruta nacional N° 33, a 69 kilómetros de Venado Tuerto, 31 kilómetros de Rufino y 230 de Rosario.

Si mantuvo durante esta década el crecimiento poblacional medio de un 15 por ciento, la localidad tendría que contar hoy con 2090 habitantes: un pueblo pequeño, eminentemente rural, donde la gente se conoce y se saluda, y donde en teoría se sabe quién es quién. En teoría.

Zaldo asegura que, en rigor, Amenábar creció mucho más en la última década, justamente por la tranquilidad y la amabilidad de su gente. “Si bien el pueblo creció mucho los últimos años, le hemos dado muchas satisfacciones a la población, es una zona agrícola ganadera muy fuerte, con vecinos que llegan a buscar paz y tranquilidad. El pueblo creció y como todo crecimiento tiene sus pro y sus contras: pueden llegar estos personajes que no sabemos de dónde vienen”, dice, en referencia a Carlos L., el presunto homicida de Correa, quien hoy se encuentra con prisión preventiva sin plazo acusado de “homicidio triplemente agravado por ensañamiento, alevosía y odio religioso”.

El jefe comunal cuenta que el contacto entre la gente es permanente. “Lo nuestro es ir al club, jugar a las bochas o a la paleta, tirar un churrasco a la parrilla. Yo salgo con mi auto a recorrer el pueblo y cuando veo una obra, paro. Es muy raro que en la localidad la gente se cruce y no intercambie algunas palabras, o que un vecino vea un portón abierto y no se acerque a tomar unos mates. Nuestra vida es así de sencilla”, explica.

Uno de estos habitantes era el desdichado Tito, “un muchacho nacido y criado en el pueblo, que solía hacer changas en la comuna, un chico solitario, incapaz de hacerle daño a nadie”, cuenta Zaldo. Lamentablemente, “estaba involucrado con dos o tres de estos personajes siniestros”. Lo dice por el victimario que lo sacrificó en nombre de san La Muerte. “Esto no fue una pelea en un bar, esto fue algo morboso, con ribetes terroríficos”, dice el jefe comunal.

Es que, como mandatario, le toca la ingrata misión de tener que explicarles a los vecinos sus propias limitaciones: “A veces la gente piensa que uno como jefe comunal puede y debe decidir quién ingresa y quién no a la localidad. Ojalá yo tuviera la potestad para correr a personajes como estos, que son turbios y nada tienen que ver con nosotros. Pero no somos patrones de estancia, ni mucho menos dictadores, hay decisiones que no podemos tomar. Ni siquiera la policía puede pedir antecedentes si no tiene una causa. Y si a uno lo eligen es para administrar el pueblo”, afirma.

La vida social de Amenábar gira sobre todo alrededor de sus entidades deportivas (los clubes Social Amenábar, Unión Social Recreativo y Atlético Independiente de Amenábar, que participa en la Liga Venadense de fútbol); las instituciones educativas (Escuela Primaria N° 169, el jardín y el Colegio San José), la iglesia Nuestra Señora de Lourdes y otros templos evangélicos. La comuna tiene dos traffic disponibles para que los estudiantes vayan a cursar fuera de la localidad, “tenemos becas para estudiar tanto en el secundario como en el terciario. Somos muy activos y estamos orgullosos de nuestro pueblo”, dice Zaldo.

Pero la cotidianidad también se vive en las calles, en los bares donde todavía se juega al trucho y otros juegos de mesa, en alguna peña, pero sobre todo en la intensa actividad laboral vinculada fundamentalmente al campo.

Empero, y lamentablemente, la vida está atravesada también por flagelos a los que ya casi ningún pueblo escapa. “Nos preocupa sobremanera el problema de la droga, fumar un porro ya es casi cotidiano en la comunidad. Es un delito federal, pero las leyes tendrían que cambiar para que las fuerzas locales puedan intervenir. La verdad es que los políticos en general y los legisladores en particular deberíamos hacer un mea culpa. Tienen que escuchar a los mandatarios de los pequeños pueblos, que somos los que tratamos cotidianamente con los vecinos”, reclama Zaldo.

La muerte de Tito significó indudablemente un antes y un después en la vida de estos vecinos, que según el fiscal Eduardo Lago -quien investiga la causa- ahora viven con miedo.

“Es gente simple, bienintencionada, que ahora se siente estigmatizada porque el pueblo se convirtió en escenario de una situación impensada”, manifestó el fiscal.

Fuente: La Capital