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Sensaciones de la familia Márquez tras otro viaje a Malvinas

14 de marzo de 2019


Apenas pasaron las 9 de la mañana en el cementerio de Darwin, en las Islas Malvinas. Los termómetros de los teléfonos celulares reflejan unos 3º centígrados, pero no hace frío. Casi no hay viento y el sol logró arruinar la amenaza de precipitaciones y abundancia de nubes. Decenas de rodillas se desploman sobre el mármol negro, ubicado sobre piedras blancas y delante de una cruz del mismo color. El silencio apenas se ve alterado por sonidos guturales de angustia. No hay gritos, no hay exclamaciones. El cementerio respira el sonido de llantos ahogados.

En un lapso de 5 minutos, unos 65 familiares acababan de acudir a esa zona de una pradera interminable y naturaleza muerta para reencontrarse con los seres queridos a los que estuvieron buscando durante 37 años. Son los integrantes de 22 familias que pudieron hablarle, dejarle flores, banderas, rosarios, postales, cartas viejas, cenizas de una madre fallecida, portarretratos, fotos antiguas y hasta fotos actuales de niños, mensajes armados con pequeñas piedras blancas del lugar a la tumba correcta. Esas familias que viajaron desde diferentes puntos del país para poder reencontarse con los 22 soldados caídos en las Islas Malvinas y que fueron identificados en el lapso del último año.

El sentimiento de cada uno de los protagonistas es único. No es transferible. De hecho, resulta imposible tomar dimensión de lo que está en juego durante esos primeros segundos entre estas mujeres ya octogenarias y las tumbas donde yacen sus hijos, a los que, en muchos casos, vieron por última vez cuando éstos tenían entre 18 y 20 años. Pero sí es posible concebir la magnitud del evento. Sí es posible sentirse testigo de un acto que es histórico para la Argentina y que resulta una bisagra para la vida de estas personas.

Poco antes de que un gaitero del Royal Regiment de la Guardia Escocesa entonara los sones de "Lament", se destacó la figura de Lorna Márquez, quien junto a su hermano brindó a su tío Rubén Márquez quizás la ofrenda más particular de toda la mañana malvinense: arrojó junto a la tumba 9 de la fila 5 en el sector B nada menos que las cenizas de su abuela y madre del soldado muerto en combate.

"A lo largo de todos los años, se convirtió en un clásico ese pedido de nuestra abuela Elda. Mientras ella buscó durante tanto tiempo el lugar donde estaba enterrado su hijo, nos repetía una y otra vez 'si me llegara a pasar algo y me muero antes de que lo encontremos, quiero que me cremen y lleven mis cenizas al lado de donde esté él", le explicó Lorna a Infobae.

"Por eso, para nosotros este viaje fue el cierre de un doble circulo. Por un lado, pudimos encontrar finalmente dónde estaba nuestro tío y por otro, pudimos cumplir con el deseo de la abuela. Eso no sabíamos si íbamos a poder lograrlo, y es muy emocionante", reflexionó entre lágrimas. Elda murió hace 11 años, pero una vez que surgió la posibilidad de identificación del cuerpo de Márquez, la familia optó por exhumar el cuerpo y cremarlo. Desde hoy en adelante, ambos descansarán juntos.

(Nicolás Stulberg)

Fuente: Infobae