En Vivo

26 de febrero de 2019


Tras tocar fondo hace sólo unos años, el formato analógico por excelencia se ha hecho fuerte en un nicho esencial para grupos, sellos y tiendas. Este formato físico, cuyas ventas caen cada año un cinco por ciento en beneficio del cada vez más poderoso streaming. La comodidad e inmediatez de la era digital se han impuesto.

 

Edad de oro

Se estima que un tercio de las novedades internacionales y nacionales se editan hoy en vinilo. En tiendas como Bajoelvolcán, en el madrileño barrio de Lavapiés, hacen lo posible para ofrecerle al consumidor una selección muy amplia. “Vivimos un momento dorado de la publicación de discos -dice sin dudarlo Alberto Velasco, su propietario-. Para mí, es muy complicado, porque la oferta es enorme y puedo llegar apenas al 10% de lo que sale, pero para el público es fantástico. Se publican cosas que jamás se habían editado. Se hace auténtica arqueología musical. No se trata de hacer sólo digging, sino de investigar qué pasó con las cintas de un sello pequeñito de Detroit… y hay grupos que son una pasada. En ese sentido, es un momento mágico. Y aunque yo recomiendo siempre comprar el original, hoy se reedita muy, muy bien”.

Al principio de los dos mil, el vinilo se había extinguido de facto ante el empuje del CD y la irrupción del mp3. En España, según cifras de Promusicae (representantes del 90% de la industria de la música grabada en nuestro país), el CD sumó todavía el 77% de las ventas físicas en el primer semestre de 2018. Un 23% de las ventas de discos físicos, que facturó 107,6 millones de euros en ese periodo.

Según estadísticas de la consultora Nielsen, en el primer semestre de 2018 se vendieron en Estados Unidos 7,6 millones de vinilos, casi un 20% por encima de los que se colocaron el año anterior. El más vendido fue Boarding House Reach de Jack White. Le seguieron Damn de Kendrick Lamar, Thriller de Michael Jackson y la banda sonora Guardians of the Galaxy: Awesome Mix. En un mercado donde compiten y coexisten las novedades con reediciones impecables de clásicos de hace cuarenta o cincuenta años.

 

Un nicho fundamental

Después de la práctica extinción del formato, en los últimos seis años se han producido crecimientos interanuales de dos cifras. En 2016 las ventas globales de vinilo superaron los 1.000 millones de dólares por primera vez en el nuevo siglo. En aquellos países en los que las ventas de discos tangibles siguen siendo esenciales, como Estados Unidos, Japón, Alemania o Reino Unido, se han convertido en símbolo de la terca negativa a desaparecer del producto físico. Y, complementario a esto, la resurrección de las tiendas independientes, que han cautivado a un nuevo público. El vinilo se ha ganado por razones similares, aunque en este caso su peso no pasa de la anécdota hipster y graciosa.

 

 

A nivel global, según la IFPI (asociación de la industria fonográfica mundial) las ventas de vinilo crecieron un 22,7% en 2017, y el formato supone un 3,7% del negocio global de la música grabada. El crecimiento en los últimos años ha sido fenomenal pero dentro de un nicho que sigue estando muy lejos de lo masivo. Probablemente, nunca lo vuelva a ser como en los años setenta u ochenta. Además, con la abundancia digital llegó inevitablemente la saturación. Precisamente es el vinilo el que devuelve a la música su estatus especial. En este sentido, no hay que menospreciar el aura de objeto de moda que se ha ganado, por encima de consideraciones de calidad o calidez de audio que interesan a una ilustre minoría. Si con el vinilo se consigue atraer a más acólitos a la causa de la dinámica y el buen gusto sonoro, bienvenido sea.

 

Comprador heterogéneo, precios altos

En cuanto a los consumidores, predomina la gente de más de treinta años, por razones de poder adquisitivo, pero los más jóvenes también se han incorporado. En verano, se encuentran más turistas comprando vinilos, ya sea por coleccionismo o porque saben los géneros que pueden encontrar.

La demanda ha crecido significativamente, pero ¿qué pasa con su precio? En general, el consumidor ya es consciente del precio de los vinilos. Pero los trabajadores de las tiendas independientes creen que el precio de algunos vinilos de multinacionales y sellos exclusivos, tienen precios desorbitados. Joan responsable de el sello discográfico y la tienda El Genio Equivocado sostiene que “son carísimos. Las distribuidoras nos los venden a precios altos, con lo cual, añadiendo nuestro margen, los precios se disparan. Las pequeñas discográficas suelen ajustar más. Esta circunstancia podría estar comprimiendo el mercado, pero el que realmente vive la música con pasión, seguirá comprando vinilo al precio que sea. Gracias a ellos seguimos en pie. Para compensar, tenemos un carnet de fidelización con un descuento a aplicar en próximas compras”.

 

La llave perfecta

Para las grandes cadenas, el formato analógico se ha hecho importante. En España, Fnac o El Corte Inglés han aumentado la presencia del vinilo. Este espacio se ha ganado a costa del CD o incluso de otros artículos de consumo cultural. Le planteamos también al departamento de Música de Fnac, la pregunta del millón: ¿se exagera con la tesis de que el vinilo ha salvado del desastre al formato físico? “Hasta cierto punto es cierto, pero con matices. El CD mantiene la supremacía en las ventas y, es difícil medirlo, pero la venta de vinilo, en algunos casos, canibaliza la de CD. Indudablemente, ha venido a actualizar las exposiciones de música grabada en tienda física y el catálogo online, que cuenta con más de 20.000 referencias disponibles o bajo demanda. El soporte se ha convertido en la llave perfecta que abre los cajones donde se guardan los archivos sonoros de las discográficas”. Hay diversidad en cuanto a elegir que vinilo quiere el consumidor. Aquellos que buscan clásicos pero otros que prefieren las novedades.

El consumidor de vinilo en Fnac es tan diverso como el de las tiendas independientes. “Se dan casos diversos. Desde quienes se acercan al vinilo por la ‘erótica’ del soporte y la ceremonia de poner el disco en el plato; personas cuya motivación es su militancia por un artista o grupo, y que se acercan al formato en algunos casos concretos; los amantes del vinilo de toda la vida, que nunca renunciaron a este soporte, y que celebran la cada vez mayor disponibilidad de referencias; hasta coleccionistas, que compran vinilo como inversión, y en algunos casos ni siquiera desprecintan el disco. Para ellos el vinilo es un tesoro”.